
¿Eso es bueno? ¿Eso es malo?... Depende del cristal con que se mire. Para mí, ello genera un afán "pedigüeño" y una atribución vacía y ciega de lo bueno y de lo malo a un ente o a circunstancias externas a nosotros mismos y nos hace perder tiempo y energía. Para otros, es el modo de conectarse con la divinidad y de hacer mágicamente que las cosas ocurran.

Desde mi humilde visión, considero que hay rituales vacíos e inútiles que llevan a las personas a la obsesión por repetir tal o cual movimiento o frase para que suceda tal o cual cuestión; rituales que terminan por transformar a las personas en esclavas de su repetición. Pero muchos se sienten cómodos y seguros en esta compulsión.
Acepto, por otra parte, que hay rituales hermosos que nos ayudan a establecer, de manera simbólica, una
relación con aquello que queremos divinizar, a pesar de no saber, en lo concreto, si ellos tienen un efecto real fuera de lo que generan en nosotros mismos.
Divinizamos, tal vez para no sentirnos solos, para dar un sentido a nuestras vidas a través de la esperanza de trascender o quizás porque en nuestra cualidad de humanos corruptos, ese es el único modo que tenemos de mantener el respeto por todo lo que existe, fuera de nosotros mismos, en el universo.