Publicado en witty.la
En la “guerra de los sexos”, los hombres suelen definirnos a nosotras como “cuáticas”, enrolladas, controladoras, brujas, etc. Dicen que sobre-interpretamos las cosas, que somos excesivamente emocionales, que esperamos que ellos adivinen lo que nos pasa y muchas otras cosas más. Pero, a pesar de todo eso, igual nos quieren y nosotras a ustedes… Y es que, ¿qué sería de nosotros si no pudiésemos burlarnos un ratito de algunas cualidades del sexo opuesto cuando resulta tan entretenido?
Y, como yo soy mujer y me gusta jugar un poco con las tipologías, he decidido hacer una especie de resumen de aquellos solteros entre 35 y 45 años (por poner un rango), con los que se puede tener malas experiencias, ya sea en la primera cita, como en el proceso de enamora-miento.
Tómenselo con humor, que para reírse está hecho. A ver si algún hombre puede escribir la contraparte para que podamos reírnos todos.
Congéneres, si se encuentran con alguno de éstos, corran por su vida, antes de que sea demasiado tarde. Aquí vamos:
1. Pepe Le Puf: Es aquel hombre que te conoce y ya te encuentra especial. La primera salida es un panorama increíble del tipo “te invito hoy a almorzar a la playa”. Estando allá te dice que siente una conexión especial y a la semana ya te está diciendo “mi amor” y se ofrece para ir a cocinar a tu casa. Jamás dejes entrar a un hombre así en la intimidad de tu hogar, pues sacarlo te dará un trabajo enorme. Te quiere ir a buscar y a dejar a todos lados, tiene toda la semana planificada para ti y nada en el mundo es más importante para él que estar contigo. Es un tipo tan pegote que ni siquiera te da tiempo de reflexionar acerca de si realmente te gusta o no. Pero en una que otra ocasión uno se las da de relajada y decide simplemente dejarse llevar y ver qué pasa. Y ahí está el problema, porque cuando te das cuenta que no te gusta, zafarte de él es una tarea titánica, principalmente, porque el tipo es tan empalagoso y centrado en lo que su mente le dice que tú eres, que con buenas palabras no entiende y siempre piensa que estás equivocada y que no sabes lo que realmente sientes. Finalmente te armas de valor, le explicas la situación con peras y manzanas y él dice que comprende; pero llora y en palabras menos dramáticas te dice que le has roto el corazón. Te recomiendo que te tomes un par de meses y averigües en qué está; apuesto a que su corazón está absolutamente re-estructurado, y está profundamente enamorado de otra víctima de su meloso proceder.

3. El hombre estropajo: Es el tipo de hombre que demuestra un gran entusiasmo porque hayas querido salir con él. Te dice todo el tiempo lo linda, inteligente, simpática y divertida que eres y se compara contigo, definiéndose, en términos tragicómicos, como feo, fome y apagado. No tiene ni un brillo y te mira con cara de idiota durante todo el eterno rato que dura la primera y última salida. Luego, al momento de irse, te dice con voz entrecortada y casi llorosa “me imagino que no vas a querer salir conmigo nunca más ¿cierto?…” ¡Absolutamente cierto!



7. El gay enmascarado: ¿Les ha pasado conocer a un tipo masculino, con buena facha, que usa un perfume exquisito, caballero, galán y que te pregunta qué acondicionador usas y alaba tus zapatos…? Ojo, que puede quererte de pantalla o, por asuntos religiosos, ideológicos, por conservadurismo o por mil otras posibles razones, no se ha atrevido a salir del clóset. Peor aun, puede que ni siquiera él asuma abiertamente para sí mismo que es homosexual y piense que le gustas porque te encuentra linda y simpática. Él puede ser el mejor partner, el más caballero, el hombre que más te va a cuidar, pero aparte de decirte cuando te ves linda, de notar cuando te hiciste un cambio de look por ínfimo que sea, de escuchar tus historias con atención, de bailar embalado contigo, compartir intereses, ser empático, considerado y, en definitiva, perfecto… Nunca te va a tocar un pelo y, esperemos que en algún momento, asuma su condición sexual y pueda ser verdaderamente feliz.



10. El antisistémico bolsero: Es aquel sujeto que orgullosamente se define como “anarquista” y que decidió dedicarse a su pasión (sea cual sea), para no ser un esclavo más del “asqueroso sistema capitalista”. A pesar de sus treinti tantos o casi cuarenta años mantiene un look entre rockero desgastado y punketa decadente, pero limpiecito. Vive “independientemente” en una mediagua que se construyó en el patio de la casa de su mamá. ¿Cómo llega uno a conocer a un tipo así? Cuando se intenta ser mejor persona, sacarse los prejuicios y ampliar el círculo social con personas diversas. Decides salir con él, probablemente en onda amigo si no te parece atractivo. No te pregunta dónde quieres ir porque te quiere sorprender y te cita a cierta hora en alguna estación de metro para llevarte orgulloso a un tugurio oscuro, lleno de adolescentes y lolosaurios vestidos de manera similar que incluso puede ser divertido. Pide una cerveza de litro con dos vasos y, en la medida que avanza el tiempo en una animada conversación va pidiendo más y más cervezas hasta casi completar “el metro cuadrado de pilsener”. Al pedir la cuenta, la revisa y la divide por la mitad (a menos que tú hayas comido algo y él no), comienza a hurguetear su billetera, saca unas pocas lucas y continua con el monedero, contando las monedas de cien, cincuenta y diez pesos, hasta que asume que la plata no le alcanza y te pide que “le prestes” o, peor aun, que pagues tú, que para eso trabajas para los cerdos capitalistas (haciéndose el gracioso obviamente). ¡Ay de ti si fumas y él también!, porque te va a bolsear puchos toda la noche, argumentando que no ha encontrado el tabaco orgánico especial, ni los papelillos ecológicos con que se hace sus cigarros artesanales. ¡Pero claro!… Se trata de un tipo antisistémico, coherente que no va a darle dinero a las mafias gringas tabacaleras, pero no tiene problema en fumarse tus cigarros, pues él no los compró. Finalmente, salen del barucho, te pide plata prestada para la micro, otro pucho, lo mandas a la cresta y, obviamente, sintiendo una ira profunda, decides no verlo nunca más.
En fin, éstos son sólo algunas tipologías tomadas de historias reales, de aquellas que uno escucha por ahí. Obviamente nada de esto me ha pasado a mí, porque como buena psicóloga, tengo ojo clínico para escoger a mis pinches y parejas… (Puedo adelantarme a sus “Ja ja” y “Sí oh”).
A veces, “en casa del herrero, cuchillo de palo”…