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PASABA

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martes, 5 de agosto de 2008

Y ahora vamos con el Metro...


La publicidad del metro no funciona… ¿Será que el doble sentido es muy abstracto para el chileno medio?... La foto de la niña con cara de “yo no mato una mosca” con un girasol entre las manos y que dice –Yo siempre doy la pasada-. El señor con cara de viejo verde que dice –Yo nunca me paso de la raya- mientras una morena y una rubia con minifalda lo miran con cara de “pseudo-deseo”. El prototípico nerd con anteojos que pone su “mejor cara” ante un escenario poco agradable (el metro repleto) y el hippie parecido a Marco Antonio Solís que se encuentra de pie al lado izquierdo de la escalera mientras el ejecutivo terneado y peinado a lo lengüetazo de vaca lo adelanta por la izquierda porque "time is money"… Definitivamente no sirven... El chileno sólo comprende el doble sentido de los chistes “cochinos”.

Tampoco son de utilidad los guardias contratistas de metro que nos dirigen la maniobra día a día gritándonos a través de un megáfono que más parece una corneta de cumpleaños amplificada. A través de este instrumento median su conversación con nosotros a pesar de que a veces se encuentren a menos de medio metro de distancia… -¡Deje bajar antes de subir!… ¡Detrás de la línea amarilla!… ¡No puede pasar por aquí!… ¡¡¡Tren corto!!!... ¡Avance por el pasillo!…- ¡Ufff!... Nulo derecho a decidir siquiera con qué pie comienzo a caminar.

Se dice, y muchas veces lo he pensado, que la idiosincrasia del chileno es especialmente despelotada. “Es la raza”, dicen algunos y la mayoría se ríe con gesto orgulloso sintiéndose “pillo” al no cumplir con las reglas básicas de orden, convivencia y/o probidad.

Como no somos capaces de autorregularnos necesitamos carteles que no leemos a conciencia y personajes que nos dan órdenes que no respetamos para crear la ilusión de que sabemos cómo comportarnos. El chileno es orgulloso de reconocer que hace todo a última hora… Se ríe y grita ¡Eeeeeh!cuando en las horas peak empuja para alcanzar a entrar al vagón del metro antes que los demás y ver si "agarra asiento"… Se queda parado al costado izquierdo de la escalera mecánica sin dejar pasar a los que van rápido para descansar el gordo trasero y mirar con la boca abierta a quienes suben por la escalera del lado… Traspasa la línea amarilla para ser el primero en entrar al metro… Cree que con ponerse de lado y dejar un pasadizo angosto para la gente que quiere salir cumple con el requisito de “deje bajar antes de subir”. El chileno piensa que las varas o pasamanos del metro son para apoyar su “humanidad” completa, sin importar cuántas manos aplaste… Incluso hubo una mujer que pensó que su utilidad era la de un caño de cabaret para hacer shows eróticos en horario de matinée. Muchos no se preocupan de mantener la higiene personal siquiera por respeto a quienes deben conservar una cercanía e intimidad forzada cada mañana y cada tarde con ellos, cultivando los más variados bouquet de hedores humanos. No son concientes de que lo que no huelen ellos, pueden olerlo los otros. No hay cuidado con las personas de menor estatura (ojo… los chicos también respiramos), no hay respeto por el anciano, por la mujer embarazada, por las madres que van con niños o con guaguas. Nadie recuerda que no es excitante tener una axila sobre la cabeza, que todos tenemos derecho a mantener cierta distancia mínima del otro, que no necesitamos respirar directamente las exhalaciones del que es más alto que uno… En fin. El chileno no sabe comportarse… ¡Y no es que yo no sea chilena!... reconozco plenamente mi origen y mi ciudadanía, pero creo que puedo ver un poco más allá de mi nariz e intentar mantener un comportamiento un poco más adecuado en función de hacer más llevaderos los viajes diarios hacia y desde el trabajo, para mí y para los demás.

¿Pero quiénes son en definitiva los que nos quieren enseñar?... ¿Los accionistas del metro?... ¿El gobierno?... ¡Con qué derecho intentan darnos cátedra quienes no son capaces de mantener un sistema de transporte eficiente y mínimamente digno!... Quienes han echado a perder uno de los pocos elementos tecnológicos de los que podíamos sentirnos orgullosos.

Los trenes se detienen en la mitad del túnel para dejar pasar al que viene en contra, las fallas eléctricas son pan de cada día, las frecuencias y el número de trenes no son suficientes por lo que en los horarios peak debemos hacernos parte de una procesión más larga que la de la Virgen del Carmen para poder llegar a subirnos al metro, la sanitización es insuficiente por lo que cada vagón se transforma en caldo de cultivo de todo tipo de virus y bacterias… Peor que un SAPU… El sistema de ventilación es horroroso, las escaleras mecánicas colapsan y se echan a perder día por medio, la mayoría de las estaciones no cuentan con acceso para minusválidos... Aunque no lo reconozcan, está clarísimo que por demostrar que el Metro se adapta a las necesidades de la ciudadanía y que el “glorioso Transantiago” funciona adecuadamente, se privilegia el rendimiento por sobre la calidad y el mantenimiento técnico y, posiblemente además la rotación de los choferes no está siendo adecuada…

El Metro chocó ayer… Hubo heridos… Hay inseguridad y temor en muchos de los usuarios… El Metro ya no es seguro… ¿Qué más tenemos que esperar para hacer algo al respecto?... ¿Cuándo los chilenos vamos a ser capaces de hacer valer nuestros derechos manifestándonos efectivamente y no como bándalos?... ¿Cuándo el Gobierno va a reconocer que todo esto ha sido un fatal error y va a dejar de inyectar recursos para reanimar a un sistema que agoniza?

2 comentarios:

  1. wena pauli...!!...pasta de escritora todo el rato...te ando poco en metro pero con lo detallado de la descripción fue como viajar en el vagón...se lo re - enviamos a cortazar. besos!

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  2. ... completamente de acuerdo... es la raza... y según he podido observar, parece que no hay caso.

    Pero bueno, echaron a perder algo que funcionaba relativamente bien, pero es muy difícil que vuelva atrás con tantos accionistas de gobierno que hay.

    Saludos y mucho ánimo Pauli.

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